martes, 15 de marzo de 2011

México: desde los días del Galeón de Manila...


Entre los países latinoamericanos, México probablemente sea aquel que ha tenido relaciones por más tiempo con China. La primera documentación de un encuentro entre los dos países se remonta a 1565, cuando el Galéon San Pablo arriba a las costas de Acapulco, proveniente de Manila. A su mando estaba el fraile agustino español Andrés de Urdaneta, quien realizó la larga y peligrosa jornada con sólo una brújula y sus conocimientos sobre el viento y las mareas.


La "Nao de China" o "Galeón de Manila", según un grabado de la época, inició los contactos informales entre China y México.

Para llegar a Acapulco, la nave partió hacia el norte desde Cebú, girando posteriormente hacia el este con dirección al Nuevo Mundo. La gira resultó más larga de lo calculado y desafortunadamente, gran parte de la tripulación pereció antes de llegar a tierra firme, debido a que no llevaban suficiente suministros.
Este encuentro de culturas se produce con este primer “Galeón de Manila”, que llevaba consigo mercaderías de China. A partir de ese entonces, se inició una ruta marítima comercial que duró casi 300 años. La nueva ruta descubierta por Andrés de Urdaneta permitió a los Galeones de Manila navegar regularmente entre México y Filipinas. Estas rutas se mantuvieron en secreto para proteger a los barcos españoles de los piratas ingleses y holandeses.
El Galeón de Manila no era el nombre de ningún barco en específico, sino más bien la denominación genérica con el que se llamaba a las naves españolas que atravesaban el Pacífico desde Manila hasta Acapulco o viceversa. Urdaneta comprobó la existencia del Tornaviaje o ruta de regreso a México a través del Océano Pacífico, gracias a la corriente de Kuroshio, que comienza a tomar cuerpo en la costa oriental de Taiwan.
La navegación desde América a Filipinas, ya era conocido desde tiempos de los viajes de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Para alcanzar la corriente de Kuroshio, era menester para las naves que partían de Manila, navegar hacia el norte, con dirección a Taiwan.
El Galeón de Manila, ahora llamado por algunos autores como la “Nao de China” , transportaba a la Nueva España mercaderías suntuosas en aquel entonces, incluyendo especias exóticas tales como la pimienta, el clavo de olor y la canela; artículos de porcelana, marfil y laca; así como tafetanes, sedas, brocados, terciopelo y otros géneros de tela.
Estas mercaderías eran adquiridas en las islas del Sudeste Asiático y estaban principalmente destinadas a los mercados europeos. También sobresalían exquisitas piezas de artesanía china, biombos orientales, abanicos, espadas japonesas, alfombras persas, jarrones de la dinastía Ming y muchos productos más.
Los mercaderes de Asia Oriental, en su mayor parte chinos, generalmente realizaban sus operaciones comerciales con un estándar de plata, y los bienes eran comprados principalmente con la plata mexicana. De hecho, el peso mexicano de plata fue moneda de curso legal en China prácticamente hasta la Segunda Guerra Mundial. Especialmente la moneda de ocho reales fue tomada como medida de plata para las transacciones comerciales en China.
Estos galeones llegaban al Nuevo Mundo transportando mercaderías exóticas provenientes del Asia Oriental, y que indistintamente de su procedencia, eran denominados “productos chinos”.

Tarjeta postal mexicana moderna que muestra el traje de la "China Poblana.

Desde Acapulco, los cargamentos eran por tierra a Puebla, donde la influencia oriental es notoria en su artesanía y en sus tradiciones como la de la "China Poblana", al Ayuntamiento de México, y a través de México hasta el puerto de Veracruz, en el golfo de México, donde fueron reembarcados en la flota de Indias con destino a España o a los puertos del Atlántico.
En esa época, México era sede del Virreinato de Nueva España, extensión territorial donde se encontraba una de la más grandes fuentes de riqueza para la Corona Española, que la utilizaba para financiar sus gastos de Estado, costos de guerras o para acuñar moneda circulante. El virreinato también fue uno de los principales puntos de occidentalización en América.


Anverso y reverso de una moneda mexicana de 8 Reales con marcas metálicas en chino. La moneda acuñada en 1810, estuvo en circulación en China y los sellos estampados denotan los propietarios que tuvo la moneda en su larga trayectoria mercantil en el país.

Fue desde México donde partieron las expediciones para la conquista de Filipinas. Fernando de Magallanes llegó al archipiélago filipino en 1521 y tomó posesión jurídica bajo el trono español de las islas. En 1542, el virrey Antonio de Mendoza envía una expedición hacia las Indias Orientales en busca de nuevas rutas comerciales. La misma fue encabezada por Ruy López de Villalobos, quien partió del Puerto de Navidad al frente de cuatro carabelas.
En 1543, la flota llegó a la costa sur de la isla de Luzón, donde exploraron la costa e hicieron contacto con los indígenas del archipiélago. De allí partieron hacia el este hasta alcanzar la isla de Leyte, pasando a nombrar tales islas como las Filipinas en honor al rey Felipe II. Posteriormente, se creó la Capitanía General de las Filipinas, que constituyó administrativamente parte del Virreinato de Nueva España.
Los datos históricos de México registran que en el siglo XVI ya había barrios chinos en algunas ciudades. Médicos, sastres, tejedores, orfebres, herreros, carpinteros y comerciantes chinos se establecieron en ellos trabajando de generación en generación. En su memorial fechado el 22 de junio de 1635 y dirigido a Pedro Santillán, presidente del cabildo de la Ciudad de México, Fernando Souza se quejaba del creciente número de barberos chinos en la Ciudad de México que ocupaban los trabajos de los nativos y pedía que tomara medidas para reducir la cantidad de las barberías chinas a doce fuera del centro de la ciudad.
En el siglo XVII, un gran número de de colonos y esclavos chinos se vieron obligados a realizar faenas en las minas de Zacatecas. En 1646, se reportan también que había muchos chinos trabajando como esclavos en la mina de Francisco de Escobedo, en Tepic, al sudoeste del país.
Según el Registro Nacional de Extranjeros del Archivo General de la Nación, los chinos sumaban 214 en el periodo 1875-1899, y llegaron a alcanzar 3.442 en la década de 1900-1910. En realidad, era mucho mayor el número de los chinos que llegaron a México desde Estados Unidos, porque muchos de ellos entraron en México en forma irregular, sin registro migratorio.
La representación administrativa mexicana contrataba en Estados Unidos a obreros chinos para la construcción del ferrocarril. Entre los años 1876 y 1877, un grupo de trabajadores chinos contratados por comerciantes ingleses, llegaron a Ensenada provenientes de EE.UU., dedicándose a talar los árboles cuya madera servía de combustible a los trenes; construir caminos y trabajar en las minas. En 1884, llegaron los chinos a Guymas. Al año siguiente, llegó un grupo de chinos a Tampico, contratado por comerciantes estadounidenses de ese lugar. En 1889, se registran más de 30 migrantes asiáticos en Ensenada. En 1891, llegaron a México los primeros inmigrantes procedentes en directo de China.
China contaba con una población cercana a los 150 millones de personas en el siglo XVI, siendo probablemente ya la nación con mayor población en el mundo. En el otro lado del mundo, México estaba en plena época colonial, donde se la sangre hispana comenzaba a mezclarse con la indígena para producir el mestizaje que encontramos en el día de hoy. Durante más de dos siglos y medio, se mantuvo un puente marítimo, cultural y comercial entre las dos naciones. En ese período, China continuó esencialmente su aislamiento del mundo exterior para concentrarse en el control y consolidación de su propio imperio. Mientras tanto, México fue avanzando a sus primeros intentos independentistas
China era una potencia de primer orden en esos momentos, pero su aislamiento no permitió su comparación dentro del marco general de las potencias económicas del momento. Sin embargo, ningún estado europeo hubiera podido superar al Celeste Imperio en términos de productividad agrícola, capacidad industrial, complejidad comercial, sofisticación burocrática, logros culturales, trazado urbanístico o estándar de vida en el siglo XVI.
La navegación en esa época era una verdadera hazaña para quienes se aventuraban hacia los mares. Era necesario unos cuatro meses para viajar cruzando el Océano Pacífico entre Manila y Acapulco; y los galeones fueron el principal vínculo entre las Filipinas y el Virreinato de México, y desde allí, en forma indirecta, con España misma.

Grabado antiguo que muestra a mercaderes chinos en el puerto de Manila. Observe que el paisaje es imaginariamente "chino", ya que en esos entonces, todo lo que fuera de Asia era interpretado al estilo chino.


Muchos de los navegantes, que eran conocidos como “kastilas” o españoles en Filipinas, eran en realidad de origen mexicano. En muchos aspectos, la cultura hispana de Filipinas tiene nexos comunes con la cultura mexicana. Por ejemplo, la Virgen de Guadalupe, una importante advocación mariana de la religión católica con orígenes méxicano, también goza de gran devoción en Filipinas y es la Patrona de Cebú. La leyenda supone que una estampita de la Virgen de Guadalupe fue hallada por un campesino en el lugar donde se encuentra actualmente la Basílica en Cebú. Lo más probable es que fue traída desde México por algún miembro de la tripulación.
Después de la independencia de México en 1821, el comercio a través del Pacífico continúo, a excepción de algún que otro breve período de interrupción. Los Galeones de Manila navegaron por el Océano Pacífico durante casi tres siglos, proporcionando a España sus cargamentos de artículos de lujo, así como beneficios económicos e intercambio cultural.
En China, el período cubre las dos últimas dinastías, Ming (1368 - 1644) y Ching (Qing, 1644 - 1911). El antaño imperio comenzó a sentir el acoso de las potencias europeas, con una insaciable sed de conquista y expansión. La relativa tranquilidad y armonía que vivió el pueblo chino durante siglos se vio de repente rota por las agresoras invasiones de dichas potencias. Así, el Imperio Ching entra en un período de una gran crisis política, económica y social.
En 1897, Wu Tingfang, ministro plenipotenciario de la Dinastía Ching en Estados Unidos, y Matías Romero, ministro plenipotenciario mexicano acreditado en ese país entablaron negociaciones y redactaron conjuntamente, tras numerosas consultas y concesiones recíprocas, un proyecto del tratado. Al año siguiente, cuando ya se disponían a firmarlo, falleció Matías Romero. En verano de 1899, Manuel de Aspiroz, el nuevo ministro plenipotenciario de México en EE.UU. se reunió con Wu Tingfang, redactando conjuntamente el proyecto final del tratado.
Consecuentemente, las relaciones diplomáticas entre ambos países se formalizan el 14 de diciembre de 1899 mediante la suscripción del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre los Estados Unidos Mexicanos y el Imperio Chino, cuyo Artículo 11 establecía el derecho de cada país de nombrar un Agente Diplomático ante el gobierno del otro.
El Tratado fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el 24 de julio de 1900. Con fundamento en su artículo 10, este Tratado registraba una intención bilateral en el sentido de que "Habrá perpetua, firme y sincera amistad entre los Estados Unidos Mexicanos y el Imperio de China, así cómo de sus respectivos súbditos y ciudadanos”.
El establecimiento de las relaciones bilaterales constituyó un punto de viraje en la historia de las relaciones entre China y México en diversos terrenos. En primer lugar, aumentó la inmigración china en México. En 1904, los inmigrantes chinos sumaban 8.000 y en 1910, ascendían a más de 20.000. El establecimiento de las relaciones diplomáticas mejoró en cierto sentido las condiciones de vida de los obreros chinos e inmigrantes chinos en México, redundando en favor de su estatus legal.
A inicios del siglo XX, muchos trabajadores chinos quedaron sin empleo ya que se había completado la construcción del ferrocarril,. Además, debido a un decreto aprobado en Estados Unidos contra los emigrantes chinos, muchos paisanos llegaron al norte de México provenientes de San Francisco y otros lugares del vecino en el norte.
Los chinos se establecieron en Baja California, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas. Inicialmente fueron empleados en la construcción de los ferrocarriles y carreteras. También trabajaban en el campo de cultivo y en las minas. Este grupo ético oriental contribuyó a la fundación y la prosperidad de ciudades fronterizas como Mexicali.
En Tamaulipas los chinos primero trabajaron en construcción del ferrocarril de Tampico a San Luis Potosí, luego en la explotación de petróleo. A partir de Tampico ampliaron su zona de influencia a la Huasteca veracruzana, donde fundaron una red de comercios alineada con la explotación de hidrocarburos en Tancoco y Cerro Azul, y el esparcimiento de los obreros petroleros.
Los primeros inmigrantes chinos en Chiapas llegaron 1890, procedentes de Panamá. Se dedicaron al comercio minorista. Posteriormente, algunos se mudaron a Tapachula, donde tambien establecieron prósperos negocios. En 1898, arriban unos mil trabajadores chinos a Oaxaca para trabajar en las del ferrocarril.
También se registran empresas por parte de inversionistas chinos. Por ejemplo, un grupo de comerciantes chinos residentes en San Francisco llegaron a Baja California en 1889, donde invirtieron US$328.000 en operaciones mineras. En Sonora, también se tiene documentación de inversiones en minas por un empresario de Shanghai.
Kang You-wei (1858~1927), uno de los promotores de la reforma en China, viajó a México en enero de 1906 para investigar las posibilidades de invertir en el país. Kang realizó una serie de viajes para reunirse con la diáspora china con el fin de promover una monarquía constitucional para China. En Torreón, fundó el Banco China-México, subsidiaria de la Corporación Comercial México-China. Esta empresa fue creada con fondos de la Paohuanghui (Baohuanghui, 保皇會) o Sociedad de Protección al Emperador. El banco se dedicaba a la compra y venta de bienes raíces, así como transferencia de fondos a Nueva York Y Hong Kong. También logró ganar la licitación para construir el tranvía de Torreón.
Irónicamente, Torreón también fue el sitio de la más violenta masacre contra los inmigrantes chinos en las Américas. En una tarde de 1911, 303 chinos fueron asesinados al inicio de la Revolución Mexicana.
El banco, junto con un club chino, así como varias tiendas y restaurantes, fueron objetos de saqueo por parte de las tropas de Francisco I. Madero. Las mismas entraron en la ciudad de Torreón el 15 de mayo de 1911, comandadas por su hermano, Emilio Madero.
Durante la época de la Revolución, la comunidad china fue tenazmente perseguida y se prohibió la inmigración china. En la década de 1920, los gobiernos de China y México revisaron el Tratado de 1899 y firmaron un acuerdo que serviría como modus vivendis. Según este acuerdo, el Tratado de 1899 continuaría vigente hasta que se elaborara una enmienda definitiva. La inmigración de trabajadores chinos a México estaría sujeta a las regulaciones que establecieran en común acuerdo ambos gobiernos. De hecho, el Gobierno mexicano prohibió la inmigración de trabajadores chinos en 1921.
Tras el triunfo de la revolución encabezada por el doctor Sun Yat-sen y la consiguiente proclamación de la República de China en 1912, la Legación Mexicana recibió instrucciones de continuar representando los intereses de México ante el nuevo Gobierno.
La prohibición contra los emigrantes chinos se calmó con la toma llegada al poder del presidente Lázaro Cárdenas, en 1936. Aumentó paulatinamente el número de los chinos en México, y en 1943, se estima que habían unos 12.500 chinos en esa nación norteamericana.
En 1943, los gobiernos de México y China acordaron elevar sus respectivas legaciones a nivel de embajada. El general Heliodoro Escalante presentó sus cartas credenciales al presidente Chiang Kai-shek en 1945, como primer embajador de México en China.
Durante la guerra civil entre nacionalistas y comunistas, el Gobierno Central dirigido por los nacionalistas fue derrotado en 1949 y su sede fue trasladada a Taiwan. En el territorio continental, el Partido Comunista proclama la creación de la República Popular China el 1º de octubre de ese año, designando como capital a Pekín.


Algunas vistas de la celebración del Bicentenario de México en la ciudad de Taipei, Taiwan. (Fotos cortesía de la Oficina de Enlace de México en Taiwan)

De 1949 a 1971, México mantuvo relaciones diplomáticas con la República de China, aunque hubo diplomática mexicana en el país durante ese período, siendo el Embajador de México en Japón concurrente ante la República de China.
Tras el ingreso de China continental en las Naciones Unidas y el subsecuente retiro de Taiwan en 1971, el presidente Luis Echeverría reconoce a la República Popular China como el único gobierno legítimo de China. Finalmente, México opta por romper las relaciones con Taiwan y reconocer diplomáticamente a China continental el 14 de febrero de 1972.
En julio de 1991, la Secretaría de Relaciones Exteriores, con fundamento en el artículo 28, fracción primera de la Ley Orgánica de la Administración Publica Federal, acordó la apertura en Taipei de una oficina de enlace consular, dependiente del Consulado General de México en Hong Kong, y que se denomina Oficina de Enlace de México en Taiwán, misma que opera como una entidad de tipo privada. Pero técnicamente hablando, es una ventanilla de enlace consular en Taipei, ante la ausencia de relaciones diplomáticas.
Durante casi un siglo, China vivió de continuos tumultos que causaron hambre, miseria, desesperación y represión en su pueblo. Tras la derrota de China en la guerra contra Gran Bretaña en 1840, China no disfrutó de mayor paz, ni interna ni externa. Se vió envuelta en guerra con casi todas las potencias occidentales, que en su ambición expansionista, intentaron una y otra vez conquistar el Celeste Imperio. Posteriormente, vino la cruenta guerra contra los japoneses y la Guerra Civil, que culmina en 1949 con la llegada de los comunistas al poder. Esta desesperante situación fue una de las causas principales de la actual diáspora china.



ENTREVISTA

En ocasión de celebrarse el Centenario de la República de China, el titular de la Oficina de Enlace de México en Taiwan, Martín Muñoz-Ledo Villegas, nos relata acerca del estado de las relaciones entre los países en la siguiente entrevista:

Sr. Martín Muñoz Ledo Villegas, titular de la Oficina de Enlace de México en Taiwan

Señor Titular, ¿cuáles son las funciones de la Oficina que preside?
Representante Muñoz-Ledo Villegas:
La Oficina de Enlace de México fue establecida en junio de 1991. La finalidad de su establecimiento fue atender cuestiones de tipo comercial, financiero y cultural. También atender asuntos relacionados con los servicios de tipo consular, tanto para la expedición de visas como la legalización de documentos a efectos de que puedan ser válidos en México.
Si bien es cierto que esta oficina es una que actúa con caracter privado, si es muy importante a fin de apoyar las actividades de tipo económico y financiero de México en Taiwan. Buscando sobre todo la atracción de inversiones de Taiwan a México, las cuales han sido muy prósperas.
La otra parte que nosotros consideramos fundamental es la actividad cultural. Consideramos que la actividad cultural es el eje de nuestro trabajo en Taiwan, en el sentido de que nosotros estamos buscando dar a conocer la imagen de México en sus diferentes aspectos, de tipo histórico, gastronómico, arquitectónico, etc., con el ánimo de que los taiwaneses conozcan más de México. También tiene como objetivo despertar un interés mayor de los taiwaneses para viajar como turistas de un lado; y también para que un mayor de número de empresarios taiwaneses, al conocer nuestra cultura, al conocer nuestra historia y al conocer nuestros gustos, tengan más interés en invertir o realizar más actividades comerciales con México.

¿Cuál ha sido el balance de la actividad económica entre los dos países en estos últimos años?
Representante Muñoz-Ledo Villegas:
Taiwan debe de estar muy contento. Porque la balanza es a favor de Taiwan, en el sentido de que la cantidad de bienes que se exportan de Taiwan a México es muy alta. Nosotros estamos exportando de México a Taiwan una cantidad mucho menor. Sin embargo, como socios comerciales, debo resaltar que Taiwan es el cuarto socio comercial de México en Asia-Pacífico. Solamente es superado por China, Japón y Corea del Sur; siguiendo luego Taiwan.
Eso significa para nosotros un acercamiento muy importante. Ahora, estamos interesados en buscar la exportación de productos cárnicos mexicanos a Taiwan. Estamos en proceso ante las autoridades sanitarias taiwanesas para conseguirla.
En lo que estamos muy satisfechos, aunque no en lo absoluto es en la cuestión de las inversiones. En este aspecto, el monto de las inversiones taiwanesas hacia México son considerables. Hay unas 200 empresas importantes trabajando allá. La otra parte fundamental es el turismo. El dato no es muy actual, pero en 2008, en términos globales, Taiwan fue la segunda región en Asia-Pacífico, después de India, que más turistas envió con destino a México. México ofrece una gran variedad de aspectos importantes para los taiwaneses, que sabemos que a ellos les gustan y pueden disfrutar.

¿Nos resume algo de las actividades culturales más recientes?
Representante Muñoz-Ledo Villegas:
Como comenté, las actividades culturales son un tema muy importante para nosotros. Han sido fascinantes. Por ejemplo, tan sólo el año pasado, realizamos 13 actividades culturales de diferentes tipos: fotografía, gastronomía, exhibición de pintura contemporánea, conciertos de música y otros. La idea es que la gente acá conozca más de México.
Una de las partes más importantes de esa difusión cultural es la creación de un boletín electrónico que estamos redactando en idiomas español y mandarín, y en donde hablamos de diferentes temas sobre cultura mexicana. Este boletín es publicado cada mes.
Si me permite también, en el área cultural estamos muy interesados en la cuestión académica. Queremos promover una participación más directa. Apoyamos mucho a que las universidades de Taiwan y de México se acerquen. Recientemente fue firmado acuerdo entre la Universidad Fujen y la Universidad Iberoamericana. La Universidad Tamkang también es muy activa, sobretodo su Departamento de Estudios Americanos.

¿Cuál es su mensaje en ocasión del Centenario de la República de China?
Representante Muñoz-Ledo Villegas:
Como Oficina de México establecida aquí en Taiwan, estamos muy contentos de tener contactos con todos los taiwaneses. Esperamos que todos disfruten de la fiesta, y sobretodo, les deseamos prosperidad, y que nuestros intercambios y cooperación sean cada vez mayores.

1 comentario:

  1. Gran aportación, soy estudiante de antropología, y temas tan desconocidos como la nao de China deberías ser tomados más en cuenta, siendo que, un país como México, fue y es influenciado por diversas culturas extranjeras, siendo la cultura China, una de ellas.

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