domingo, 25 de septiembre de 2011

República Dominicana: de los “chinos de Bonao” a la cooperación bilateral


En la República Dominicana, hay un dicho: "Eso lo saben hasta los chinos de Bonao", que se usa para referirse a algún hecho que es conocido por todos pero que alguien se empecina en ocultarlo.
Los orígenes de esa interesante frase, según explican los sabidos en la materia, se encuentra en una famosa esquina de la ciudad de Bonao, donde se encontraba el Restaurante Sang Lee Lung, donde dice la tradición, hasta Trujillo llegó a pararse, para paladear los sabrosos chicharrones de pollos.
A dicho restaurante, en una de cuyas paredes estaban colgados los retratos de los dos generalísimos de esa época, Chiang Kai-shek y Rafael Leónidas Trujillo Molina, llegaban altos funcionarios durante la época de Trujillo en sus giras desde Santo Domingo hasta la segunda ciudad de importancia, Santiago de los Caballeros. Situado estratégicamente, el sitio era lugar preferido para descansar un rato de la larga travesía y comer algo. En consecuencia, los dueños se enteraban de muchas primicias que los funcionarios comentaban mientras estaban en el restaurante.
Para evitarse problemas en esos días de incertidumbre, los chinos del local mantenían un firme sigilo acerca de lo escuchado. Por esa razón, cada vez que le preguntaban algo, ellos respondían que no sabían nada. En realidad, lo sabían todo. Por otro lado, el dicho muestra el grado de afinidad que existe entre la presencia china y la identidad dominicana.
La inmigración china a República Dominicana se engloba en un vasto movimiento migratorio, determinado por condiciones económicas de extrema miseria y un alto conflicto ideológico y político en su país de origen.
Se conoce que una particularidad de estos primeros inmigrantes chinos en la República Dominicana es que llegaban solos. Muchos, mandarían a traer a la esposa, hijos y otros familiares años después cuando mejoraba su condición económica. Otros, optaban por casarse con dominicanas. Generalmente se dedicaban al negocio de lavanderías y restaurantes.
Su presencia en el isleño país data de más de un siglo y medio. Ya en la Guerra de Restauración en 1864, se habla de la participación de un famoso personaje conocido como “Pancho el chino”, cuyo nombre real se desconoce.
A mediados del siglo XIX, Gregorio Riva, que tanto aportó al desarrollo del Cibao, mandó a traer una colonia de chinos desde Cuba para que se dedicasen a la fabricación de ladrillos y cal. Al mismo tiempo formó con ellos una cuadrilla que se dedicó a la construcción de depósitos y almacenes en Samaná, Yuna y Moca.
En 1870, se terminó de construir el Cementerio de Moca, donde participó un cuadrilla de trabajadores chinos. Uno de ellos se casó con una ciudadana de la localidad y formó familia. De esta unión proceden Mercedes y Antera Mota, educadoras dominicanas, nacidas en San Francisco de Macorís, pero residentes en Puerto Plata.

Simposio académico sobre la República Dominicana realizado en una universidad local de Taipei, Taiwan.

En su autobiografía, Mercedes Mota escribe lo siguiente acerca de su padre: "De país lejano era mi padre. Y nada sé que pueda arrojar luz sobre mi ancestro paterno a no ser los datos administrados por la boca de mis progenitores. Hijo de gente que ejercía la profesión de comercio en una importante ciudad marítima, víctima de rapto por un buque pirata en ocasión de estar bañándose en el mar, vinieron a parar en tierna edad a playas americanas".
Otros miembros del grupo de chinos originalmente traido a la República Dominicana por Gregorio Riva, se radicaron en la provincia Duarte, y hoy sus descendientes se encuentran entre familias con los apellidos Añil, Sanz, Victorio, Antonio, Amparo, Gómez y otros.
Si bien los dominicanos reconocían sus dotes laboriosas y honestas, muchos también criticaban su poca participación social. Al respecto, un autor dominicano describe al chino como persona que “no asiste a los teatros, ni a las galleras, ni a las iglesias, parques, conciertos, bailes, hipódromos, juegos de pelota, reuniones políticas, conferencias, entierros ni procesiones; no celebra matrimonios ni bautizos y todo aquello que expansiona el espíritu para ellos es letra muerta”.
La mentalidad de la época para el problema inmigratorio se trasluce en una carta que el trinitario José María Serra escribiera al Arzobispo Fernando Arturo de Meriño desde Mayagüez en 1884, decía: "Estoy de acuerdo con lo de la emigración y en cuanto a chinos no deben jamás introducirlos en el país: son gente inapetecible y dan mal resultado en donde quieran que se introducen".
Por consiguiente, a inicios del siglo XX, surge cierto pesimismo y desdén por la migración asiática, sobre todo porque para el dominicano era muy difícil asimilar las pautas culturales de reserva, austeridad, discreción y trabajo perseverante.
Hasta los primeros años del siglo XX, los censos de la época registraban sólo unas docenas de personas de origen chino radicadas en diversas localidades de la República Dominicana.
A partir de 1920, empieza a crecer el flujo migratorio y aparecen múltiples documentos de la Secretaría de Agricultura e Inmigración donde se registran solicitudes de ingreso al país por parte de la comunidad china de Kingston, Jamaica. Antes de eso, en Puerto Plata se instalaron varios chinos procedentes de Nueva York en 1918; y según el censo de 1919, en la zona urbana de la capital habían instalados unos 64 chinos.
Para 1920, las estadísticas arrojaron las cifras de 255 chinos repartidos en todo el país. Según la encuesta todos los censados eran varones. En marzo de 1929, el Listín Diario sacó una nota favorable hacia la migración china. Alberto Bordas, corresponsal en La Romana, dijo: "Aunque no muy numerosa, es regular la colonia china de ese país en La Romana; la mayoría se dedica al negocio de las pulperías, fondas restaurantes y lavanderías; el negocio de siempre (son) personas que saben distinguirse por la honradez en sus procedimientos comerciales, a la vez que tratan de favorecer a los pequeños comerciantes dominicanos".
Durante el Mandato de Rafael Leónidas Trujillo Molina (de 1930 a 1961), la política oficial fue alentar y estimular la migración china. En los treinta años del régimen trujillista la migración china aumentó considerablemente, tomó una fisonomía diferente y se integró a la sociedad dominicana dando un gran aporte.
Con la firma del Tratado de Amistad y Comercio entre la República de China y la República Dominicana en 1931, se acordó modificar la Ley de Migración de 1912, que contenía requisitos exigentes que debían llenar los ciudadanos chinos para ingresar al país.

El embajador Isaac M. Tsai y miembros de la comunidad taiwanesa posan frente al monumento en la entrada del Barrio Chino de Santo Domingo. (Foto cortesía de Julia Ou)

Las relaciones formales entre la República Dominicana y la República de China datan de 1940, cuando se firmó un Tratado de Buena Voluntad entre los dos países. En 1943, el Ministro Consejero de la República de China en Cuba fue designado como Ministro Consejero ante la República Dominicana, presentando formalmente sus cartas credenciales al Gobierno Dominicano. Un par de años después, en 1945, se inauguró una filial del Kuomintang o Partido Nacionalista de China en Santo Domingo.
El fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría se traducen en un afianzamiento de los vínculos entre los dos países. Durante el Mandato del presidente Trujillo Molina, se solidificaron las relaciones entre las dos naciones dado al común ideario anti-comunista que profesaban los dos Gobiernos.
Durante la Administración del presidente Joaquín Antonio Balaguer Ricardo, se iniciaron los proyectos de cooperación técnica entre los dos países, destacándose particularmente aquéllos en el área agropecuaria.
En épocas más recientes, los dos países se han suscrito una serie de acuerdos bilaterales, donde destacan los siguientes: el Convenio Especial de Cultura (1975); Convenio de Colaboración en Agricultura y Tecnología (1963); Convenio de Intercambio Deportivo (2005); Convenio de Colaboración Tecnológica y para Proyectos de Desarrollo para generar Electricidad a partir de hidroeléctricas (1982); Tratado de Repatriación (1990); Convenio de Asistencia Tecnológica para la Pequeña y Mediana Empresa (1998); y Convenio de Intercambio de Medios de Comunicación (1998).
Cierto escritor dominicano manifestó en cierta ocasión que “los dominicanos no seriamos lo que somos sin los chinos, porque en este país se come arroz y plátano casi tres veces por día, representan el alma nacional”. Justifica su entredicho señalando que de China llegaron a la República Dominicana el mango, la caña de azúcar, el arroz, la naranja, el plátano, el limón, el jengibre, el pepino, la soya y el anís.
Si un dominicano llega a las 10 de la noche sin haber probado arroz y/o plátano, sentirá y dirá que no ha comido, aunque se haya hartado hasta la saciedad con abundante comida. Así, este autor dominicano concluye diciendo que “algo de chino llevamos por dentro, y eso lo saben hasta los chinos de Bonao. Así somos, somos así…”

ENTREVISTA

S.E. Víctor Manuel Sánchez Peña, ex-Embajador de la República Dominicana ante la República de China (Taiwan). Actual Embajador de la República de China ante El Salvador.


En ocasión de celebrarse el Centenario de la República de China, entrevistamos al embajador de la República Dominicana ante la República de China, S.E. Víctor Manuel Sánchez Peña, quien pronto sería nombrado a su nuevo destino como Embajador de su país ante El Salvador, nos comentó sobre sus experiencias en Taiwan.

Sr. Embajador, ¿podría comentarnos un poco acerca de las relaciones entre la República Dominicana y la República de China?

Emb. Sánchez Peña:
Bueno, las relaciones entre los dos países, están al máximo. Gozan de una seguridad que tiene el Gobierno de la República Dominicana con la República de China. Yo creo que siempre han sido buenas, pero en los últimos años, el embajador Issac M. Tsai ha hecho un gran trabajo en Santo Domingo en cuanto a las relaciones entre los dos países; y nosotros aquí en Taiwan, hemos tratado de que las relaciones se mantengan cada día lo más alto posible.

El embajador Tsai ha incrementado las posibilidades de cooperación entre los dos países. En mi último viaje, tuve un par de reuniones con él, e inclusive nos reunimos con el Ministro de la Presidencia, para tratar algunos tipos de cooperación que se están dando en el área de la capacitación y el entrenamiento de la parte laboral. El año que viene, el Gobierno va a continuar ejecutando los diferentes proyectos de cooperación, porque ha habido un gran monto en cooperación, donación y préstamos para la República Dominicana. Eso nos favorece muchísimo. Yo quiero manifestarle por este medio que las relaciones entre los países se consolidan más cada día.

Aparte de lo mencionado, ¿se vislumbra algún otro proyecto de gran envergadura entre los dos países?

Emb. Sánchez Peña:
Hay varios proyectos, pero el proyecto más importante para el presidente Leonel Fernández es el Proyecto del Parque Cibernético. El Gobierno en Taiwan está apoyando significativamente este proyecto. Hay otros proyectos que el Señor Presidente tiene en carpeta y la Embajada de la República de China también tiene otros proyectos en carpeta. Creo que eso consolida mucho las buenas relaciones, porque nosotros hemos mantenido las relaciones con Taiwan por más de sesenta años y cada día, son más fuertes. El presidente Leonel Fernández ha dicho en varias ocasiones que quiere convertir a la República Dominicana en el Taiwan del Caribe.

Hemos aprendido de este país muchas cosas, en los asuntos culturales, laborales, solidarios y otros. Entonces, el deseo de toda la gente que viene aquí es volver a Taiwan. Y esperan que se refuercen los lazos de los países que mantienen relaciones diplomáticas con Taiwan.

Usted ha sido designado Embajador ante la República de China en dos ocasiones y lleva más de diez años en el cargo, ¿nos puede contar algo de su experiencia y vivencia en Taiwan?

Emb. Sánchez Peña:
Cuando vine por primera vez a Taiwan, que fue en 1992, vine como legislador, invitado por el Gobierno. Luego, volví para realizar un curso sobre reforma agraria, en Taoyuan. Quedé como cuando tú ves una muchacha y te enamoras de ella, así quedé yo de Taiwan. Por eso, el presidente Férnandez, antes de ganar la Presidencia me dijo en la ciudad de Nueva York: “Si ganamos las elecciones, Usted es él que va como Embajador para Taiwan”. Y así fue, tan pronto ganó las elecciones, el Presidente me designó como Embajador acá.

Luego, el Presidente volvió a ser candidato en 2004, y me designó de nuevo como su Embajador, hasta la fecha. Es decir, en estos dos períodos de gobierno del presidente Fernández, y en el primero, ya llevó en total diez años y tres meses como Embajador aquí.

Para mí, ha sido una gran experiencia. Creo que el Presidente siente que yo he hecho un buen trabajo, porque faltándole un año y pico para terminar su Mandato, me designa como Embajador en El Salvador. Pero, puedo decirle que la experiencia que he tenido aquí ha sido de mucho aprendizaje, en todos los campos.

Al celebrarse el Centenario de la República de China, ¿tiene algún mensaje en esta ocasión?

Emb. Sánchez Peña:
Quiero felicitar al Gobierno de la República de China y al pueblo de Taiwan por llegar a estos cien años. Deseo que siga adelante, porque este pueblo es valiente y laborioso. Espero que el Gobierno continúe trabajando como hasta ahora lo ha hecho, y que la oposición juegue su papel. La oposición juega un papel, decirle al Gobierno cuando una cosa no es correcta. Entonces, el Gobierno puede rectificar esa cosa. Por eso, es bueno que los países tengan partidos políticos fuertes; porque donde haya partidos políticos fuertes, la democracia funciona siempre bien, como sería el caso de Taiwan.


1 comentario:

  1. INTERESANTE VERSION DEL CONSABIDO DICHO DOMINICAMO: "ESO LO SABEN HASTA LOS CHINOS DE BONAO"

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